EL TEATRO DE MAKIKO
Dijo la última frase en un hilo de voz. La frase no sabía que alzaría la mano en silencio sobre el escenario a oscuras, ni que quedaría suspendida entre sus dedos y el público como un hálito infinito arrancado a una máscara, al confuso blanco de la carne o al espacio denso y sin aliento a espaldas del telón. Aferrada como estaba a lo que más deseaba, sintió que lo que su voz decía era algo que no podía fingir; y que tal vez por eso, nadie la aplaudió.